Ana Lanz

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Nimrod Lima

«Mi primer acercamiento con la danza fue a los 12 años. Inicié haciendo danzas en pequeñas obras de la iglesia. Tengo una tía que en ese entonces estudiaba danza y ella me motivó a aprender un poco más.

 

A los 16 años ingresé a la Escuela Municipal. En un principio no querían aceptarme por mi edad. Para estudiar danza clásica generalmente se inicia a los 8 o 9 años. Tuve la dicha de contar con el apoyo incondicional de mis padres para estudiar lo que a mí me gustaba; entonces mi papá llegó a la Escuela Municipal, habló con la directora y fue así como pude ingresar.

 

Mi mamá era costurera y mi papá en su juventud fue zapatero. De ellos aprendí estas habilidades y las utilicé para hacer mis propias zapatillas de ballet. Mis compañeros de clase en la Escuela me preguntaban que dónde había comprado mis zapatillas y

Josué Villeda

Josué 1

Desde pequeño crecí dentro de mi propia burbuja. Contaba las horas para salir del colegio e irme a bailar. Quizás por estar encerrado en mi mundo no me tomé en serio el bullying que recibí de mis compañeros. A los 12 años inicié en un grupo infantil de la iglesia. Ahí me enseñaron algunos pasos muy elementales de danza y yo me sentía muy cómodo haciéndolos.
Estaba ilusionado con todo lo nuevo que había descubierto con mi movimiento. Pero después de tres años, perdí totalmente el interés. Pensaba que lo que estaba haciendo era únicamente un pasatiempo.
A los 17 años, en el último año de colegio decidí participar en una coreografía para competir con otros establecimientos. Nos presentamos y no ganamos. Lo que yo no sabía era que dentro de la audiencia estaban dos maestros de una academia de danza que vieron mi desempeño y me ofrecieron una beca de estudios.

Victor Ellington

Victor Ellington

“Dicen que la danza, como definición, consiste en realizar movimientos corporales al ritmo de la música. Pero luego descubrí que también puedo moverme sin ella. Es un privilegio tener la posibilidad de bailar como si el mismo cuerpo fuera mi instrumento.
Yo siempre fui alguien al que le gustaron mucho los deportes. Trataba de estar en todas las actividades deportivas del colegio y fue ahí donde se dió la oportunidad de recibir clases con un maestro que me enseñó algunos movimientos de Hip Hop. Tenía 15 años y vivía en Puerto Barrios.
Youtube fue la primera herramienta que utilicé para aprender a bailar. Copiaba algunos pasos y memorizaba secuencias de movimiento. Estuve estudiando de esa forma durante tres años hasta que me gradué del colegio y descubrí muchas otras formas de aprendizaje. Luego tuve que mudarme a Chiquimula y me surgió la inquietud de buscar algún lugar que me permitiera tomar clases

Constancia y fuerza: los retos del bailarín

Male dancers

Ser bailarín en Guatemala es un proceso difícil. Existen paradigmas en la sociedad que no permiten que más hombres se expresen a través de la danza y se pierdan la oportunidad de crecer artísticamente.
Recientemente me ha tocado escuchar a muchas madres que están interesadas en que sus hijas pequeñas reciban clases de danza. Se emocionan y hacen todo lo posible por acomodar sus horarios y presupuesto para inscribir a sus hijas en escuelas y academias. Los leotardos color rosa, zapatillas, mallas y flores para el cabello son parte de la experiencia de formar a una pequeña bailarina.
¿Pero qué sucede cuando un niño muestra interés por la danza?
Muchos de ellos pierden su motivación al no encontrar apoyo en casa, porque la sociedad ha construido prejuicios machistas acerca de que la danza no es una disciplina para hombres, y en su lugar, algunos padres prefieren que sus hijos aprendan a jugar fútbol

Leslie Anne Romero

Leslie 1

“Nunca he sido de la idea de verme como princesita en el escenario. Al contrario, prefiero NO ser una princesita. Me gusta tener esta oportunidad de explorar y descubrir todas las formas y posibilidades de movimiento con mi cuerpo. En la danza contemporánea encontré todo esto que quería.
Como a muchos otros les ha pasado, tuve un montón de problemas en mi casa por decidir ser bailarina. Yo vengo de un hogar en donde todos tienen un título universitario y se dedican a eso. Entonces, para mi familia fue muy difícil aceptar que yo me dedicara a la danza. De hecho, creo que son pocas las personas que tienen el total apoyo de su familia para vivir de esto.
Una de las etapas en donde tuve más conflicto fue cuando estudiaba en la Escuela Nacional de Danza. Ahí decidí, después de 6 años de estudiar ballet clásico, cambiarme de carrera para seguir